Los jóvenes y adolescentes, como usuarios de las redes sociales, además de consumir contenido, lo crean. Sin tener que ser influencers, comparten a diario comentarios, imágenes y vídeos con información personal sobre ellos mismos, pero también sobre amigos y familiares. Toda esta información conforma su identidad digital y puede estar al alcance de cualquiera.
Mostrar una imagen positiva en Internet
En muchas ocasiones se comparte contenido en la Red sin reflexionar, sobre todo en la etapa de la adolescencia, caracterizada por la impulsividad.
Si hace unos años cometíamos alguna “imprudencia”, se quedaba “en casa”, pero hoy en día, las imágenes pueden viralizarse con rapidez y quedar disponibles en Internet durante mucho tiempo, lo que puede afectar a la reputación y privacidad de quien aparece en ellas.
No hay una segunda oportunidad para causar una “buena primera impresión”, por lo que es necesario que, antes de compartir una instantánea, hagamos un balance:
- ¿Me importaría que esta foto la viera cualquiera? Desconocidos, vecinos…
- ¿Seguiré sintiéndome cómod@ con esa instantánea dentro de unos años? ¿Me puede dar vergüenza en el futuro?
- ¿Qué imagen transmite de mí esa foto? ¿Aporta algo positivo o negativo a mi imagen?
- ¿Puede resultar molesta para otras personas que salen en la foto? ¿Están de acuerdo en que la comparta?
Es fundamental enseñar a l@s menores a crear y mantener una identidad digital positiva desde que comienzan a usar Internet, mostrándoles las consecuencias y los riesgos de publicar contenidos que perjudiquen su reputación en la Red, como pueden ser el ciberacoso, porque la identidad digital depende de un@ mism@.
Cuando los padres exponemos a nuestros hijos
El problema no siempre está en aquello que el propio menor comparte. En ocasiones, padres, amigos y familiares también influyen en la construcción de su huella digital. Son muchos los progenitores que comparten contenidos de sus hijos en la Red (sharenting).
Incluso aquello que se comparte en principio en círculos familiares o de amigos puede quedar al alcance de desconocidos.
Lo primero que debemos pensar como padres es el papel que tiene la tecnología en la rutina familiar y la forma en que compartimos, quizás excesiva influyendo negativamente en su intimidad de hoy y a su “rastro digital” futuro.
Borrar un contenido propio publicado por un tercero no resulta sencillo porque, aunque contactemos con el autor para solicitar su eliminación, será difícil tener la garantía de que alguien no haya guardado una copia y ese contenido pueda ser compartido de nuevo.
No obstante, cualquier usuario cuenta con mecanismos a su alcance para reportar en aquellas redes sociales/plataformas donde esté ocurriendo el problema.
También es posible solicitar el derecho al olvido en los principales buscadores web, contar con la Agencia de Protección de Datos (AEPD) cuando se trate de contenidos sensibles y/o recurrir a la Línea de Ayuda en Ciberseguridad de INCIBE, 017, gratuita y confidencial.
Además, debemos considerar que la publicación de fotografías de menores de manera ajena no está permitida y es susceptible de ser denunciada por el propio menor una vez cumpla los 14 años.
Cómo proteger nuestra imagen digital
- Pensar antes de publicar un contenido. Debemos evitar publicar contenidos inadecuados.
- Configurar de manera adecuada las opciones de privacidad. Podemos restringir el alcance de las publicaciones o activar el control del etiquetado, pero si tenemos 700 “amigos”, la información no es privada.
- Ser selectivo al aceptar amistades. En la vida real, ¿las personas contaríamos todo lo que contamos a través de las redes sociales?
- Limitar la difusión de datos personales o sensibles. Una simple foto puede dar mucha información: el lugar donde se ha tomado (la habitación, el instituto, el parque…), geolocalización exacta (si el móvil guarda las coordenadas GPS en la imagen), rutinas, actividades y aficiones (incluyendo el lugar y la hora de publicación), amigos (que aparecen o que dan “me gusta”, comentan o comparten), el poder adquisitivo familiar (móvil, vestuario, el entorno, etc.) e, incluso, detalles propios (pírsines, tatuajes, ropa interior o fotos sugerentes).
- Saber cómo reaccionar. Por ejemplo, solicitando ayuda lo antes posible, borrando los contenidos o no cediendo ante posibles sextorsiones.
- Velar también por la identidad digital de los demás. No debemos publicar información o imágenes de los demás sin su permiso.
- Apoyarse en información y recursos de Internet Segura for Kids de INCIBE. El portal de IS4K es una fuente a la que se puede recurrir para profundizar sobre la adecuada gestión de la privacidad. Además, tiene recursos con los que poder reflexionar en familia y desde el aula.
- Línea de Ayuda en Ciberseguridad de INCIBE. Ante cualquier duda o incidente siempre es mejor contar con ayuda profesional. Para ello, INCIBE pone a tu disposición el teléfono 017 de manera gratuita y confidencial.